domingo, 22 de abril de 2012

Formación familiar

(Artículo publicado por primera vez en mayo de 2008)


En tus hijos, cultiva primero su corazón, y luego su mente, que aprendan y desarrollen el respeto por los demás. Sólo luego de eso comprenderán para qué les sirven el dinero y las cosas materiales, y llegarán a ser personas íntegras, independientes y autónomas.

No hay nada qué hacer, debemos agradecer a Dios por quienes se cruzan en nuestras vidas, nos muestran cosas que no siempre tomamos en cuenta y logramos desarrollarnos como seres humanos. Esas cosas simples y sencillas suelen ser, muchas veces, imperceptibles a primera vista, pero vienen cargadas de verdad. He aquí algo para compartirles.

Reencontrar en Internet a viejos conocidos, así estén lejos, saber de sus vidas, reconocerlos, observarlos en fotos, conocer sus familias y su medio. Fue así como me brotaron un par de ideas, al ver los derroteros que han tomado; la mayoría ha tenido éxito en su vida desde las más diversas perspectivas: profesional, intelectual, económica, social, religiosa, física, familiar... hasta en la espiritual.

«Éxito», palabra tan ambigua. Lo que es éxito para unos puede ser fracaso para otros. Para mí, verbigracia, el éxito económico o el éxito profesional, intelectual o social no es un «éxito», sino un paso, un escalón más para el éxito integral.

El ser humano, desde el punto de vista de la psicología vygotskiana, es, antes de nada y durante todo, un ente social. Suscribo ese pensamiento. La sana idea individualista, para quien la tenga en cuenta, puede darse siempre y cuando se interaccione una individualidad con otras individualidades. Esta perspectiva nos lleva a tomar en cuenta que nuestro «éxito» es tal en relación con los demás, mientras se valore en comparación con otros éxitos o, lo más usual, con los fracasos de otros, aparte de que usualmente se necesita de otros para que se reconozca y se «socialice».

Una sociedad basada en el éxito individual per se es una sociedad que atenta contra sí misma. Para no perder la perspectiva, siempre trato de ir de lo menos o lo más y, luego, de lo más a lo menos, usando casi simultáneamente los métodos de análisis y síntesis. Así, de un caso personal —mío o ajeno—, voy a lo social, y de rebote regreso a lo personal, aplicando mi teoría a mi vida particular o a mis hijos.

Es así como, en ese reconocimiento de mis amigos y conocidos de antaño, reflexioné sobre mi familia y me atrevo a compartirles la recomendación con que comencé este artículo y que hilo con otras a continuación.

En tus hijos, cultiva primero su corazón, y luego su mente, que aprendan y desarrollen el respeto por los demás. Sólo luego de eso comprenderán para qué les sirven el dinero y las cosas materiales, y llegarán a ser personas íntegras, independientes y autónomas.

No te atrevas a fomentarles, como lo más importante, el culto por el cuerpo, por su apariencia o por las posesiones materiales, porque es la guía equivocada... Si los llevas por ese camino, no serán personas, sino instrumentos de un sistema injusto: tendrán dinero y se verán bellos, pero su vida no les pertenecerá, sino que pertenecerá a otros; conseguirán músculos fuertes, bolsillos llenos y hasta mentes «preparadas», pero vidas y corazones vacíos.

¡Que se esfuercen, que compitan y que lleguen lejos! ¡Que ganen dinero! ¡Que consigan éxitos... y muchos éxitos! Pero que siempre tengan en cuenta que lo que hacen influye o tiene consecuencias en otras personas, y que deben hacer lo posible para que esa influencia y esas consecuencias sean positivas.

¡No te dejes convencer por la farsa del confort y el consumismo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario